lunes, 24 de febrero de 2014

¿Tan importante es con quién se acueste su hij@, señora?

La homosexualidad, sigue estando en el punto de mira como si de un problema se tratase. Por no hablar de la adopción por parejas del mismo sexo, leyes absurdas aplicadas con diferenciación-¿o tendría que decir "con discriminación"?-, etc...
Este mundo, intenta volvernos locos y hacernos olvidar que seguimos siendo personas sin importar el sexo, la raza, la clase social, la condición sexual...; personas que reunidas en una isla desierta, desnudos y desvalidos, acabaríamos de la mano para sobrevivir de ese naufragio del mundo y lo último que nos preguntaríamos sería: ¿Eres GAY?


Pero, ¿puede la homosexualidad romper una familia?

Imagino que, cada un@ de vosotr@s, tendréis una anécdota para compartir en referencia a la pregunta que os formulo. Todos los que hayan salido del armario, saben lo duro y eterno que puede llegar a ser ese proceso. En los diferentes ámbitos de nuestra vida, nos vemos en la necesidad de expresarnos tal y como somos y pensamos. Ansiamos el momento de hablar entre compañeros, vecinos, conocidos o amigos tal y como queremos hacerlo realmente. A veces, "el qué dirán" puede cobrar más importancia que nuestra propia felicidad y libertad de expresión (una cosa lleva a la otra, y quien se lo niegue no quiere reconocerlo-no quiere ser feliz-).
He oído barbaridades como "en el armario se está bien" o "no necesito llevar un cartel diciendo lo que soy" o "yo no tengo ningún problema en reconocer que soy gay, pero como se enteren en casa..." o " yo no soy gay, solo me entretengo hasta que llegue el/la mí@".... y muchas más que podríais añadir vosotr@s (encantada de conocerlas y que se conozcan, si os apetece compartirlas no dudéis en dejar vuestro comentario).

Crecer con ese peso sobre la espalda, reconozcamos que ¡¡es una p.. mierda!! Y, lo mejor ( o peor) de todo es cuando pasa el tiempo y somos capaces de mostrarnos tal y como somos y mirarnos en el espejo con una sonrisa en la cara. Entonces, nos damos cuenta de cuánto dolor nos podríamos haber ahorrado. Es la verdad, y sabéis (o sabréis) que no hablo por hablar. 

Todos hemos tenido "nuestros principios", con todo lo que ello conlleva: miedo, pavor, vergüenza, asco,  dudas, curiosidad... y sabréis de lo que os hablo. Sentimientos o sensaciones innatas y difícilmente se pueden pasar por alto.

Una vez, compartí una etapa de mi vida (esa etapa inicial de la que os hablo) con una compañera de trabajo lesbiana-reconocida-orgullosa-feliz que me explicó cómo vivía, en cierto modo, en un ambiente precario debido a que sus padres la había echado de casa al confesarles su verdadera orientación sexual. Mi cara de asombro os podéis imaginar cuál fue. Yo no podía entender, cómo una madre que ha sido capaz de llevarte en su vientre durante nueve meses, amamantarte y ayudarte a crecer, podía ser capaz de repudiar a su hija por esa sencilla razón. -¿Tan importante es con quién se acueste su hija, señora?-fue la frase que se me vino a la cabeza mientras la veía llorar de impotencia, de dolor y de abandono. 
Imagino que este post lo leerá alguna madre o futura madre, así que me tomo la libertad de dirigirme a ellas sin pudor: ¿Serían capaces de repudiar a su hija/o por que le guste esto o aquello?...ahí lo dejo (sentiros libres de contestar si os apetece).

Este tema podría tenernos entretenid@s eternamente...pero más eternos pueden llegar a ser nuestros sentimientos y pensamientos cuando hablamos de algo tan sencillo como el amor y la comprensión. 

No intento judgar a nadie; cada cual que haga lo que crea conveniente de acuerdo a su moral y su ética, simplemente así de sencillo. Cada ser humano se rige por unos principios...yo tengo los míos y respeto al resto, aunque jamás pueda llegar a entenderlos y compartirlos.   

Dicen que escribir ayuda a desahogar los sentimientos más callados de nuestra piel, así que os invito a desahogaros y compartir vuestros sentimientos en este blog, que, seguro, encontraréis apoyo y comprensión en la medida que me sea posible. 
También, dicen que la música nos ayuda a vernos reflejados con la letra y el sentimiento con el que el artista lo cante... pues para esto, también, quiero compartir una canción que una hija le canta a su madre; una madre que no la acepta, que YA no la quiere por ser lo que es. Deseo que os guste y, si os sentís identificad@s, tomaros la libertad de LLORAR a pleno pulmón y no dejéis que ese sentimiento se pudra en vuestro interior.  Esta es la canción, y agradezco a Anna Nicole por permitirme que la comparta en mi blog: ¿Dónde estás? 

Un abrazo muy fuerte a todos....y a ser felices!

Un aplauso por los homosexuales, y su largo y duro caminar.




Merxe S. de la Vega